MURALISMO
El Muralismo es un movimiento artístico iniciado en México a
principios del siglo XX, creado por un grupo de intelectuales pintores
mexicanos después de la revolución Mexicana, reforzado por la gran depresión y
la primera guerra mundial. Famosos por su gran escala y su contenido
político-social, mediante los murales, los artistas buscaron educar a las
masas, generalmente iletradas, haciéndoles saber más sobre su cultura para
apreciar sus orígenes.
Los muralistas vivieron tres etapas primordiales: los
veinte, los treinta y la comprendida desde los cuarenta hasta 1955. En cada
periodo los temas y las técnicas fueron específicos y así el muralismo encontró
una definición más clara como movimiento.
MURALISMO MEXICANO
La pintura mural en nuestro país tiene tradición desde los
tiempos remotos del pasado indígena, continúa en las primeras épocas de la
Nueva España y luego en el movimiento neoclásico.
Durante la primera mitad del siglo XX la aparición de
grandes pintores cuya obra fundamental se encuentra realizada en escala heroica
sobre los muros de los edificios públicos es hoy por hoy uno de los mayores
acontecimientos culturales de México.
En el año 1922 se inició el formidable movimiento de la
nueva pintura mexicana, que se caracterizó desde su nacimiento por tres valores
fundamentales: lo nacional, lo popular y lo revolucionario. En la conjunción de
esos tres valores el movimiento logró una fructífera cohesión. No se exagera al
afirmar que entre todas las artes mexicanas contemporáneas, el muralismo libró
desde su inicio la más abierta, valiente y fructífera batalla por la libertad
de expresión, que es al fin de cuentas, la libertad de creación.
Es indudable que el muralismo mexicano es un fruto de las
condiciones producidas por la revolución agrario- democrático- burguesa
iniciada en 1910, pero el pensamiento avanzado de sus mejores artistas le
permitió sobrepasar el marco ideológico de la Revolución Mexicana y llegar a
obras que son ejemplos cumbres del realismo de nuestro tiempo.
Los creadores del movimiento de la pintura mural expresaron
a su manera sus antecedentes y sus objetivos. David Alfaro Siqueiros da
importancia política a la huelga de estudiantes de la Escuela de Bellas Artes
(1911-1913), y a otras actividades en que tomó parte en la Escuela de Pintura
al Aire Libre, en Santa Anita, así como a los años de la Revolución, que
indudablemente fecundaron su experiencia de varios modos. Clemente Orozco ha
contado que los artistas, entonces jóvenes, entusiasmados y capitaneados por el
Dr. Atl, después de la exposición del “Centenario” en la Academia (1910), se
organizaron en el “Centro Artístico”, sociedad cuyo objetivo exclusivo era
conseguir del Gobierno muros de los edificios públicos, para pintar. Pero al
obtener el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria estalló la Revolución
y el proyecto quedó pospuesto.
Respecto al movimiento muralista podemos afirmar que las
ideas que le iban a dar vida ya existían en México, se desarrollaron y
definieron entre 1900 y 1920, por lo cual la pintura mural se encontró en 1922
con la mesa puesta. Siqueiros estaba en París en 1920, después de haber
radicado en España e Italia, y junto con Rivera, discutieron allí sobre “la
necesidad de transformar el arte mexicano, creando un movimiento nacional y
popular”.
Por una parte el Dr. Atl y un grupo de artistas entre los
que estaba Orozco, ya tenían la conciencia y el entusiasmo para revivir la
pintura mural y por otra, Rivera y Siqueiros en Europa se encontraban en
similar actitud. Así, cuando ambos regresaron a México en 1921, se reunieron
con sus compañeros y constituyeron el Sindicato de Pintores y Escultores. Por
esa época el país iniciaba un período de reorganización y el ambiente fue
propicio para realizar los anhelos reprimidos años atrás. El resplandeciente
Sindicato lanzó un “manifiesto” (1922) que tenía un fuerte acento social y
político, redactado por Siqueiros y que firmaron todos los artistas agrupados.
El manifiesto se apoyaba en los valores de nuestra raza,
especialmente en lo indio, para exaltar su “peculiar talento para crear
belleza” y consideraba “su tradición como nuestra posesión más grande”.
Interesaba la tradición por ser expresión colectiva, pues el objetivo principal
era socializar el arte y borrar el individualismo por burgués. Repudiaba la
pintura de caballete y glorificaba el Arte Monumental por ser propiedad
pública. Proclamaba que los artistas debían producir “obras de valor ideológico
para el pueblo, para todos, de educación y de batalla”.
El filósofo José Vasconcelos auspició la pintura mural,
primero como rector de la Universidad y después como Secretario de Educación
Pública.
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