En esta entrada, les presentamos algunos de los murales que a nuestro punto de vista vale la pena conocer y analizar desde antes de verlos en el mismo museo, esto debido a que al lado de cada publicación insertamos un pequeño fragmento descriptivo e histórico de todo lo que encierran y contienen estos murales.
Diego Rivera (1886-1957)
La Creación, 1922
Diego Rivera pintó su primer mural en el interior del Anfiteatro Simón Bolívar en 1922. La Creación fue realizada a la encáustica -técnica a base de resina de copal emulsionada con cera de abeja y una mezcla de pigmentos fundidos con fuego directo- en el muro del proscenio y en lo que fue la concha acústica para un órgano monumental colocado hacia 1910, que probablemente desapareció durante los años de la lucha armada.
Dentro del nicho está la célula original, de donde surge la figura del hombre, con los brazos abiertos en cruz. La flora y la fauna fueron producto de las observaciones del artista durante un viaje que había realizado por el istmo de Tehuantepec. En la parte central superior del mural un semicírculo azul simboliza la energía primaria que es proyectada en tres direcciones. Los paños laterales corresponden al hombre y a la mujer, desnudos y sentados: Los modelos fueron Amado de la Cueva, su ayudante, y Lupe Marín, con quien Diego se casó.
Las figuras del lado derecho personifican la fábula; el conocimiento, con manto azul y oro; la poesía erótica, en quien se reconoce a Carmen Mondragón, llamada Nahui Ollin por el doctor Atl; la tradición es Luz Jiménez, una indígena del sur del Valle de México, con vestido y rebozo carmesí. Sobre este grupo se encuentra la tragedia, con el rostro cubierto con una máscara teatral. Las figuras de pie con halos dorados representan a las cuatro virtudes cardinales: la prudencia; la justicia, la fortaleza y la continencia. Las modelos fueron Julieta Crespo de la Serna, María Dolores Asúnsolo, actriz conocida como Dolores del Río y Lupe Marín.
En el paño izquierdo aparece la música cubierta con una piel de oveja y tocando una doble flauta. El canto es la figura de Lupe Marín, con vestido rojo y tres manzanas de oro en su regazo; la comedia —contrastando con la tragedia del paño derecho— es la actriz de tandas Guadalupe Rivas Cacho con trenzas y rebozo, y la danza, de pie con los brazos en alto. En segundo plano se encuentran las tres virtudes teologales: la caridad, la esperanza y la fe, representada por Luz Jiménez. Sobre los paños se encuentran dos figuras aladas sentadas sobre nubes: la ciencia y la sabiduría. La maestra y escritora Palma Guillén y Luz Jiménez fueron las modelos para estas representaciones.
Ramón Alva de la Canal (1898-1985)
El desembarco de los españoles y la cruz plantada en tierras nuevas, 1922-1923
Fresco
El mural hace referencia a la religión traída a América por los españoles. La cruz, símbolo del cristianismo, se extiende en forma diagonal a través del mural. En un extremo, una carabela y un conjunto de personas, principalmente mujeres, atestiguan el suceso. El pintor plasmó la implantación de lo que Vasconcelos consideraba los orígenes espirituales e intelectuales de Hispanoamérica: un legado y no una imposición a la idea del mundo indígena.
Fermín Revueltas
(1903-1935)
Alegoría de la Virgen de Guadalupe, 1922-1923
Encáustica
Es la representación alegórica de una tradición mexicana: la veneración a la Virgen de Guadalupe. La composición piramidal del mural eleva la figura de la guadalupana a un primer plano; en ambos lados se encuentran dos mujeres que simbolizan el mestizaje, mientras en la parte inferior se aprecia a un grupo de hombres y mujeres con características de diversas regiones de México.
Fernando Leal (1901-1964)
La fiesta del Señor de Chalma, 1923-1924
Fresco
El tema central de este mural es el sincretismo cultural, tema propio del nacionalismo mexicano. Conviven en la escena lo profano y lo religioso, con la participación de diversos personajes como danzantes, con máscaras y coloridos atuendos y penachos, niñas vestidas de blanco con coronas de flores, hombres y mujeres y un sacerdote. Esta fiesta es común en muchos lugares del país, no sólo en el pueblo de Chalma.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Maternidad, 1923-1924
Fresco
Este es el único panel que queda de la etapa inicial en la obra mural de Orozco, formaba parte del proyecto de un primer conjunto titulado Los dones que recibe el hombre de la naturaleza, que fue destruido por el propio Orozco para realizar los que hoy podemos apreciar: una obra con gran influencia del arte europeo del Renacimiento asociada a la pintura de Botticelli.
En la época en que fue pintada, causó disgusto entre quienes llegaron a interpretar al personaje principal como una virgen desnuda con el niño en brazos. Sin embargo, el propio Orozco aclaró su intención de pintar no una virgen sino una madre.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
Destrucción del viejo
orden, 1926
Fresco
El sentido de este mural es de renovación. Las dos figuras masculinas que se observan en primer plano muestran la fortaleza y solidez de las instituciones a las que aspira el México posrevolucionario, en contraste con las formas arquitectónicas que se aprecian en el segundo plano, las cuales dan idea de un proceso de derrumbe y destrucción.
José Clemente Orozco (1833-1949)
La trinchera, 1926
Fresco
Esta obra es considerada una de las más representativas de Orozco. Los tres hombres en disposición diagonal caen apoyados en sus cuerpos contra el bloque de piedra que les sirve de parapeto. El conjunto expresa la tensión, la fuerza y el dolor de la lucha revolucionaria. El manejo de los claroscuros y de los rojos sugiere al espectador el fuego y la sangre contenida.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
La trinidad
revolucionaria, 1923-1924
Continuando con el tema de la Revolución, Orozco plasmó en esta escena el realismo de la lucha armada. El personaje central que empuña un fusil, sugiere la violencia del hombre cuyo rostro se ve cubierto por una bandera roja ondeante, cegado por el entusiasmo del ideal. El campesino arrodillado al lado izquierdo, se cubre el rostro con las manos entrelazadas en actitud de desaliento. El soldado al lado derecho, mutilado de ambas manos, muestra dolor y angustia. Los colores amarillos y rojos nos remiten nuevamente al fuego y la sangre derramada en combate.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
El banquete de los ricos,1923-1924
Fresco
Orozco plasmó una crítica social recurriendo a los dibujos caricaturescos propios de la prensa de la etapa revolucionaria; la línea horizontal que marca dos planos en este panel, sirve para señalar la división de las clases sociales. En la parte inferior, tres hombres con herramientas de trabajo en sus manos y en actitud de pelear, son los obreros en su lucha diaria por la vida. Completamente opuesta es la escena en la parte superior, en la que dos personajes disfrutan un banquete, en tanto que otro más se ríe señalando a los trabajadores.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
Los aristócratas, 1923-19
Fresco
Los cinco personajes caminan con indiferencia hacia la clase marginada, personificada por la mujer pobre que pide limosna con su hijo en brazos. El desfile de la clase alta es encabezado por un personaje masculino ataviado con frac negro y sombrero de copa, que sostiene un bastón que sugiere liderazgo; le siguen cuatro figuras femeninas (que podría ser el grupo de damas que en su momento censuró la obra de Orozco en la Preparatoria) elegantemente vestidas, que desvían sus miradas de la mujer mendiga.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
Basura social, 1923-1924
Fresco
En esta composición piramidal, Orozco plasmó la idea de un mundo fétido y prostituido por la injusticia del materialismo, acumulando en un basurero los símbolos inservibles del poder: el gorro frigio, una cruz gamada -representación del sol-, coronas como símbolos de la monarquía, las tablas de la ley, báculos, etc., todo confundido con los esqueletos de hombres y animales y todo tipo de desperdicios. Tres aves de rapiña se posan sobre estos desechos, que significan la carroña de la vanidad y el poder.
José Clemente Orozco (1833-1949)
El acecho, 1923-1924
Fresco
Continuando con el discurso crítico, este mural representa a los enemigos de los trabajadores, personajes que aparentemente defienden los derechos laborales, pero que en realidad están en contra del movimiento sindical y a favor de los intereses de la clase dominante. El hombre gordo y un poco desaliñado, representa a un líder sindical que vuelve la cara hacia el trabajador que porta una pala y una bandera rojinegra. El otro, es un siniestro personaje con levita negra y sombrero en actitud de apuñalar al trabajador.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
La ley y la justicia,
1923-1924
Fresco
En este tablero Orozco finalizó magistralmente su mensaje crítico sobre las falsedades sociales. Dos grotescas figuras bailan en aparente estado de ebriedad. El hombre que personifica la ley porta en su mano derecha una pequeña daga y hace un guiño a la dama que encarna la justicia, con una venda mal colocada en sus ojos que le permite ver solo con uno y que con dos dedos apenas sostiene la balanza, símbolos de la justicia ciega y desequilibrada. La actitud de los dos personajes así como el manejo de sus atributos dan idea de la falsedad de ambos conceptos.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Los ingenieros, 1926
Fresco
En el panel derecho tres hombres realizan trazos con reglas y escuadras, como si proyectaran el futuro del nuevo país, el México moderno.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Franciscanos, 1923-1924
Fresco
Orozco plasmó el tema de la conquista espiritual en tres paneles. Resaltó la labor llevada a cabo por esta orden religiosa, tanto en lo espiritual como en lo material. En estas escenas, los frailes asisten a los indígenas desvalidos.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Cortés y La Malinche,1926
Fresco
Sobre la raza vencida, simbolizada por una figura de tez morena a quien no se le ve el rostro, surge el mestizaje a través de la unión de los dos personajes desnudos. Cortés en actitud dominante y Malintzin con los ojos cerrados en actiutd sumisa y pasiva.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Alcancía, 1923-1924
Fresco
La alcancía es el elemento que equilibra la composición en un eje central. A cada lado, dos brazos depositan sendas monedas, las que son recogidas por una sola mano que simboliza la Iglesia.
Vitral
La bienvenida, 1899 /
Real Establecimiento
de Baviera F.X. Zettier,
de Munich, Alemania
Vitral
Este vitral emplomado fue elegido por catálogo y encargado al Real Establecimiento de Baviera F. X. Zettler de Munich, Alemania en 1899.
Con el fin de proporcionar más luz a la circulación, se destruyo el mural Triunfos de la conciencia y el trabajo sobre la envidia y la ignorancia, que había sido realizado por el pintor Juan Cordero en 1874, a iniciativa del doctor Gabino Barreda.
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